Reseñas y opiniones de libros, voz en poemas, algún escrito propio.
Cualquier cosa improvisada dentro de esa magia que llamamos literatura.

viernes, 20 de marzo de 2015

Bandas tributo en el Día del Padre

(o el texto que te debo)


          El Día del Padre ya ha pasado, aquí, en este recóndito lugar que es España. San José, dice el Santoral. ¿Y yo qué hago hablando de esto? Si mi piel se removió mientras brindábamos por los hijos que nunca tuvimos, que nunca tendremos. Alguna pareja nos rinde tributo siendo padres hoy. Incluso, alguna pareja nos rinde tributo siendo felices hoy. Y no es que nosotros no lo seamos, de hecho, creo que te quiero más ahora. De hecho, por muy mal que le vaya a las caricias de mi espalda, sin ti, también soy feliz.

 
          Y nosotros, mientras otras parejas nos rinden tributo, rendimos nuestro propio homenaje a todas esas personas que no nos lloraron lejos, o que sí lo hicieron, pero no supieron decirlo. Brindemos, alcemos las jarras como si fuéramos venidos del norte, y riámonos de todo aquello que pudo salir tan mal y que salió tan bien.
           Sin embargo, sin intención, sin burla, sin pretensión de prolongar ninguna agonía ni desenterrar ninguna tragedia, vengo a pedirte perdón. A ti, y a la literatura. Os pido perdón públicamente, porque siempre lo mereciste. Porque lo que ya no mereces es que te pida perdón a solas; así, con este público atento, no se desentierran daños que ya están bajo llave. Así que te pido perdón, porque la vida me obliga a ello devolviéndome la moneda. Todas mis nostalgias que volcaba en el papel, que te atropellaban y te desplazaban, ahora me tocó sentirlas a mí. Por eso, aprendí que la vida es hoy, que la vida es milagro, que la vida es la mano que te sujeta el futuro. Así que te pido perdón por todos los lastres de escritor torturado e incomprendido, de poeta maldito que, en mi ignorancia, te tocó sortear. Ya la vida se encargó de devolverme ese sentimiento, ahora soy yo quien espera un “losiento”.

          Y, ¡qué bonito!, brindemos y rindamos tributo con nuestra propia melodía a todos aquellos que no supieron tenerse respeto, que no supieron comprenderse, que no supieron mantener lo importante que se crea entre dos personas que un día se quisieron y que se van a querer siempre.

          Así que te pido perdón, en mi nombre y en el de la literatura, para que entiendas que fueron los días los que me enseñaron ese dolor, que la palabra puede abrigar el alma del presente. Así que te pido perdón y te prometo que nunca, nunca, nunca, dejaré que una palabra de nostalgia destroce mi presente. Te lo prometo, hoy que descubrí el hilo rojo que une meñiques y corazones, que por un ratito se ha eclipsado el sol.

          Ese es mi tributo a tus ojos, que lo que no pude sentir contigo, aprenderé a sentirlo en mi futuro. Que el pasado nunca aliñará mis días.